jueves, septiembre 23, 2010

El rol del profesor frente a Internet

Leemos ayer en La Nación argentina lo que escribe Umberto Eco en un artículo respecto del rol del profesor, a propósito de la pregunta de un estudiante a su maestro: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"Sostiene Eco:

"Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos, sino que se restablezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela"

Porque en Internet, agrega Eco, se puede encontrar todo, o casi todo, excepto:

"…cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda la información".

No es primera vez que se discute este problema. Podríamos quedarnos en la antigua pregunta de si el profesor o profesora debiera dedicarse sólo a informar o a formar. En el contexto del espacio Internet, donde existe una sideral cantidad de información disponible a todos, está claro que no es tarea de un profesor transmitir esa información a sus estudiantes, sino enseñarles a explorar, a atribuir significado y sentido de relevancia a los contenidos seleccionados, con algún criterio, en torno a alguna pregunta propia de la evolución de sus estudios.

Al realizar el ejercicio de búsqueda casi siempre revisamos lo que Google u otro motor nos ofrece como hipervínculos seleccionados. Y desde ahí, como pasos esenciales, primero indagamos y luego elegimos lo que nos hace sentido, desde múltiples dimensiones. Sin duda, que ese ejercicio no siempre lo realizan nuestros estudiantes. Se van a lo conocido, a páginas resaltadas sólo por su popularidad (no relevantes por el contexto particular de la búsqueda), para concluir sus trabajos con rápidos "copiar y pegar" que aseguran una presentación a su profesor.

¿Pero la función de un profesor es sólo un problema de enseñar a seleccionar y dar sentido a la información? ¿Qué tiene que ver la reflexión acerca del cuerpo de los que buscan, lo cotidiano y la intuición en esta búsqueda? ¿O mejor dicho, cuál es el diálogo que un maestro o una maestra puede proponer respecto del cambio que está generando Internet en las personas?

A propósito de estos cambios recomiendo un trabajo del profesor de filosofía en la Graduate School de la Universidad de California en Berkeley Hubert L. Dreyfus, titulado "Acerca de Internet".

Cito algunas de sus reflexiones en relación al problema de la búsqueda de los usuarios de Internet:

"Los hipervínculos no han sido introducidos porque sean más útiles para buscar información que los sistemas antiguos de ordenamiento jerárquico. Más bien han sido un dispositivo ordinario de aprovechamiento de la velocidad de los ordenadores para relacionar grandes cantidades de información sin requerir comprenderla o someterla a algún tipo de estructura…cuando todo puede vincularse indiscriminadamente y sin obedecer a algún propósito o significado concreto, el tamaño de la Red y la arbitrariedad entre sus enlaces hacen extremadamente difícil para un usuario encontrar exactamente el tipo de información que busca"

Luego Dreyfus ilustra las transformaciones en un cuadro revelador, comparando lo que es (fue) la antigua cultura de las bibliotecas con los nuevos métodos de la cultura del hipervínculo, comparando viejos y nuevos sistemas de búsqueda:

Como pueden darse cuenta el cambio ha sido inmenso. El propio Dreyfus concluye que se ha instalado un nuevo tipo de sujeto:

"El usuario de una biblioteca virtual no será más un sujeto moderno con identidad fija y deseos de encontrar un modelo de mundo más completo confiable, sino más bien, un ser postmoderno y multiforme abierto a explorar nuevos horizontes. En cualquier caso, este no está interesado en congregar datos sobre aquello que le resulte significativo, sino en conectarse con tanta información en red como le sea posible…Los nuevos navegantes de Internet celebran esta proliferación de información como una contribución a la forma de vida que coloca la sorpresa o fascinación por encima del significado y la utilidad".

¿Esos son nuestros estudiantes de hoy? Si fuera así, qué vamos a hacer con esto. Dreyfus termina el capítulo diciendo lo siguiente:

"… hemos sugerido que, desde la perspectiva humana, el mundo no es una masa volátil compuesta de billones de datos sin sentido global, sino más bien un campo de significados organizados por personas con cuerpo, deseos, intereses y propósitos…quisiéramos al menos poner evidencia que, en vista de que el mundo está organizado por agentes con cuerpo y no por ordenadores, es importante replantear nuestra manera de producir sentido a la hora de encontrar la información que queremos".

Entonces, quizás más que nunca, en esta era de Internet, ¿para qué sirve un profesor o profesora? Para ayudar a nuestros estudiantes a producir sentidos, para ayudarles a producir orientación en sus búsquedas. Y también, para producir un diálogo acerca de nuestra época, los cambios que están ocurriendo y cómo nos preparamos para convivir.
¿Y qué tenemos que hacer nosotros docentes para aprender a orientarnos en este espacio de Internet? Dejarnos llevar, no resistirnos, practicar y experimentar en conjunto con nuestros estudiantes, aprendiendo de ellos y con ellos.


 




 

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