jueves, octubre 14, 2010

EL Rescate

Cinco de agosto de 2010. Mina San José. Desierto de Atacama. Treinta y tres mineros atrapados a 700 metros bajo tierra.


El rescate de los mineros chilenos es una lección de vida para la humanidad entera

Lo que les viene ahora es el infierno del espectáculo, de los sets de televisión

Primero fueron las carpas solitarias de los familiares. Llegaron a la mina con banderas, con santitos, con velas de duelo, con fotografías de los padres, de los esposos, de los hermanos, de los hijos enterrados allá abajo. Mientras comenzaba el rescate allí se quedaron, día y noche, rezando, llorando, blasfemando, exigiendo justicia, soportando el viento y el tierral inclemente, el calor durante el día y el frío atigrado de la noche. Y cuando todo hacía suponer que el drama terminaría como siempre, que allí, sobre la mina convertida en fosa común, iban a aflorar 33 cruces de animitas, iguales a las cientos que se alzan a lo largo del desierto chileno, sube desde las profundidades el mensaje que estremece a todos: los hombres están vivos.

Fue el comienzo de un espectáculo de espejismo. Como en un desfile de feria comenzó a llegar una muchedumbre que alborotó la tranquilidad del desierto: payasos de semáforos, predicadores evangélicos, actrices de telenovelas, millonarios excéntricos repartiendo millones como embelecos, modelos, humoristas, políticos, presentadores de televisión y miles de periodistas de los más lejanos países del mundo. Y de la noche a la mañana, en medio de un gran desorden y confusión de lenguas, apareció un pueblo de Babel que en su momento de apogeo tuvo una población de más de 3.000 personas.

La historia del desierto de Atacama está coronada de tragedias (como una larga muralla coronada de vidrios rotos). Huelgas interminables, marchas de hambre, accidentes fatales, mineros ametrallados y cañoneados a mansalva en masacres inconcebibles. Todo esto a causa de una larga data de injusticias laborales, sociales y morales en contra del minero, injusticias que, pese a los años y a ríos de promesas políticas, se han conservado inalterables, como agrias momias atacameñas. Se dice Desierto de Atacama y se entiende drama, explotación y muerte. Por eso ya era hora de que se viviera una epopeya con final feliz. Ya era hora de que la tierra, regada tanto tiempo por la sangre, el sudor y las lágrimas de los mineros, devolviera verdores desde su vientre, devolviera frutos de vida. Aquí sangre, sudor y lágrimas no es una frase vulgar. Yo, que viví 45 años en este desierto, que trabajé en las minas a rajo abierto -solo dos veces y por muy corto tiempo lo hice en minas subterráneas-, lo puedo decir fehacientemente: el desierto de Atacama está regado de sangre, sudor y lágrimas.

El rescate de los 33 mineros de Copiapó, además de un triunfo de la tecnología, se alza desde este desierto como una lección de vida para la humanidad entera. Una prueba de que cuando los hombres se unen a favor de la vida, cuando ofrecen conocimiento y esfuerzo al servicio de la vida, la vida responde con más vida. Aquí no se trabajó buscando oro o petróleo o diamantes. Lo que se buscaba era vida. Y brotó vida, 33 chorros inmen

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sos. Y a los estallidos de aplausos y abrazos y risas mojadas de lágrimas de la muchedumbre en la mina, y del júbilo de campanas y sirenas de las ciudades del país, se sumó la alegría emocionada del mundo entero. Éramos todos seres humanos conmovidos hasta los tuétanos.

Porque a medida que cada uno de los mineros iba subiendo, saliendo, renaciendo desde las entrañas de la tierra, cada uno de nosotros lo sentía como emergiendo desde el fondo de su propio pecho. Fue la celebración total de la vida.

Ya lo he dicho: el desierto está poblado de cruces, testimonios mudos de muerte y desolación. Hagamos por lo tanto de este lugar un homenaje a la vida. No construyamos otro monolito, que son superfluos; no levantemos un monumento, que hay demasiados; no erijamos un santuario, que ya hay los suficientes. Echemos a volar la imaginación y creemos algo nuevo, algo que manifieste a toda la raza humana.

Yo propongo un Elogio de la vida.

Un mensaje para los 33: que les sea leve el alud de luces, cámaras y flashes que se les viene encima. Es cierto que sobrevivieron a esa larga temporada en el infierno, pero al fin y al cabo era un infierno conocido para ellos. Lo que se les viene ahora, compañeros, es un infierno completamente inexplorado por ustedes: el infierno del espectáculo, el alienante infierno de los sets de televisión. Una sola cosa les digo, paisitas, aférrense a su familia, no la suelten, no la pierdan de vista, no la malogren, aférrense como se aferraron a la cápsula que los sacó del hoyo.

Es la única manera de sobrevivir a ese aluvión mediático que se les viene encima. Se los dice un minero que algo sabe de esta vaina.

Para terminar, una oración por ustedes, una oración del poeta iquiqueño Jaime Ceballos, síntesis exacta de lo que acabo de decir:

Oración 33

Señor, tú que sabes

De milagros y esperanzas

No los abandones.

En esta hora del secuestro

Rescátalos de sus rescatadores

No los abandones.

Baja tú antes que los medios

Infórmales antes que sea tarde

No los abandones.

Sácalos de los sets de televisión

Apártalos de las luces que enceguecen

No los abandones.

Tú sabes que entre cámaras y flashes

Ya destruyeron la Tragedia.

Pero a ellos, no los abandones.

Hernán Rivera Letelier, escritor chileno, fue premio Alfaguara de Novela 2010 con El arte de la resurrección.




 

jueves, octubre 07, 2010

Discurso del Papa a los miembros de la prensa católica mundial


Discurso del Papa a los miembros de la prensa católica mundial
"Vuestra tarea, ayudar al hombre contemporáneo a orientarse a Cristo"

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció durante la audiencia a los participantes en el Congreso sobre Prensa Católica, que se ha celebrado estos días en Roma, promovido por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales.

* * * * *



Señores cardenales,

venerados hermanos,

ilustres señores y señoras

Os acojo con alegría al término de las cuatro jornadas de intenso trabajo promovidas por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales y dedicadas a la prensa católica. Os saludo cordialmente a todos vosotros – procedentes de 85 países – que trabajáis en los diarios, semanarios o en otros periódicos y sitios de Internet. Saludo al presidente del dicasterio, el arzobispo Claudio Maria Celli, a quien doy las gracias por haberse hecho intérprete de los sentimientos de todos, como también a los secretarios, al subsecretario, a todos los oficiales y al personal. Estoy contento de poder dirigiros una palabra de ánimo a continuar, con renovadas motivaciones, vuestro importante y cualificado compromiso.

El mundo de los media está atravesado por una profunda transformación también en su interior. El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en particular, la difundida multimedialidad, parece poner en discusión el papel de los medios más tradicionales y consolidados. Oportunamente, vuestro Congreso se detiene a considerar el papel peculiar de la prensa católica. Una atenta reflexión sobre este campo, de hecho, hace surgir dos aspectos particulares: por un lado la especificidad del medio, la prensa, es decir, la palabra escrita y su actualidad y eficacia, en una sociedad que ha visto multiplicarse antenas, parabólicas y satélites, que se han convertido casi en el emblema de una nueva forma de comunicar en la era de la globalización. Por otro lado, la connotación "católica", con la responsabilidad que deriva de ella de ser fieles de modo explícito y sustancial, a través del compromiso diario de recorrer el camino maestro de la verdad.

La búsqueda de la verdad debe ser perseguida por los periodistas católicos con mente y corazón apasionados, pero también con la profesionalidad de operadores competentes y dotados de medios adecuados y eficaces. Esto resulta aún más importante en el actual momento histórico, que pide a la figura misma del periodista, como mediador de los flujos de la información, llevar a cabo un cambio profundo. Hoy, por ejemplo, en la comunicación tiene un peso cada vez mayor el mundo de la imagen con el desarrollo de tecnologías siempre nuevas; pero si por una parte todo ello comporta indudables aspectos positivos, por otra la imagen puede también convertirse en independiente de la realidad, puede dar vida a un mundo virtual, con varias consecuencias, la primera de las cuales es el riesgo de la indiferencia hacia la verdad. De hecho, las nuevas tecnologías, junto a los progresos que conllevan, pueden hacer intercambiable lo verdadero y lo falso, pueden inducir a confundir lo real con lo virtual. Además, la grabación de un acontecimiento, alegre o triste, puede ser consumida como espectáculo y no como ocasión de reflexión. La búsqueda de los caminos para una auténtica promoción del hombre pasa entonces a segundo plano, porque el acontecimiento es presentado principalmente para suscitar emociones. Estos aspectos suenan como campana de alarma: invitan a considerar el peligro de que lo virtual aleje de la realidad y no estimule a la búsqueda de lo verdadero, de la verdad.

En este contexto, la prensa católica está llamada, de modo nuevo, a expresar hasta el fondo sus potencialidades y a dar razón día a día de su misión irrenunciable. La Iglesia dispone de un elemento facilitador, desde el momento en que la fe cristiana tiene en común con la comunicación una estructura fundamental: el hecho de que el medio y el mensaje coinciden; de hecho, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, es al mismo tiempo mensaje de salvación y medio a través del cual se realiza la salvación. Y esto no es un simple concepto, sino una realidad accesible a todos, también a cuantos, aún viviendo como protagonistas en la complejidad del mundo, son capaces de conservar la honradez intelectual propia de los "pequeños" del Evangelio. Además la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, presente al mismo tiempo en todas partes, alimenta la capacidad de relaciones más fraternales y más humanas, poniéndose como lugar de comunión entre los creyentes y, al mismo tiempo, como signo e instrumento de la vocación de todos a la comunión. Su fuerza es Cristo, y en su nombre ésta "persigue" al hombre por los caminos del mundo para salvarlo del "mysterium iniquitatis", insidiosamente operante en él. La prensa católica evoca de forma más directa, respecto a cualquier otro medio de comunicación, el valor de la palabra escrita. La Palabra de Dios ha llegado a los hombres y nos ha sido entregada también a través de un libro, la Biblia. La palabra sigue siendo el instrumento fundamental y, en un cierto sentido, constitutivo de la comunicación: ésta se utiliza hoy bajo varias formas, y también en la llamada "civilización de la imagen" conserva todo entero su valor.

A partir de estas breves consideraciones, parece evidente que el desafío comunicativo es, para la Iglesia y para cuantos comparten su misión, muy comprometido. Los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que ha llegado a la sociedad. O simplemente, confiar en que el patrimonio de los valores transmitido a lo largo de siglos pasados pueda seguir inspirando y plasmando el futuro de la familia humana. La idea de vivir "como si Dios no existiese" se ha demostrado deletérea: el mundo necesita más bien vivir "como si Dios existiese", aunque no tenga la fuerza de creer, o de lo contrario éste produce sólo un "humanismo inhumano".

Queridísimos hermanos y hermanas, quien trabaja en los medios de comunicación, si no quiere ser solo "una campana que resuena o un platillo que retiñe" (1Cor 13,1) – como diría san Pablo – debe tener fuerte en sí mismo la opción de fondo que le capacita para tratar las cosas del mundo poniendo siempre a Dios en la cima de la escala de valores. Los tiempos que estamos viviendo, aún teniendo una notable carga positiva, porque los hilos de la historia están en las manos de Dios y su diseño eterno se revela cada vez más, están marcados también por muchas sombras. Vuestra tarea, queridos miembros de la prensa católica, es la de ayudar al hombre contemporáneo a orientarse a Cristo, único Salvador, y la de mantener encendida en el mundo la llama de la esperanza, para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro. Por esto os exhorto a renovar constantemente vuestra elección personal por Cristo, bebiendo de esos recursos espirituales que la mentalidad mundana minusvalora, a pesar de que son preciosos, más aún, indispensables. Queridos amigos, os animo a proseguir en vuestro no fácil empeño y os acompaño con la oración, para que el Espíritu Santo lo haga siempre provechoso. Mi bendición, llena de afecto y gratitud, que imparto de buen grado, quiere abrazaros a todos vosotros aquí presentes y a cuantos trabajan en la prensa católica en todo el mundo



 

sábado, octubre 02, 2010

Natividad Llanquileo: “Primero que todo, soy mapuche”


Natividad Llanquileo: "Primero que todo, soy mapuche"


por www.tribunadelbiobio.cl

Es la vocera de los mapuche que están presos en Concepción. A sus 26 años,  Natividad Llanquileo ya tiene las ideas muy claras sobre su vida y la de su pueblo.

A un costado del acceso a la cárcel El Manzano, la tarde tiene una pena y el aire es más seco. En las afueras de Concepción no transita mucha gente. Se escuchan tan sólo vehículos, y los carabineros que conversan en la acera. Tres llamativos lienzos se distinguen del monótono paisaje. No muestran publicidad ni propaganda, sino que expresan el deseo de una etnia.

Tras ellos, se encuentra Natividad junto con otros familiares y simpatizantes de los mapuche prisioneros. En su mayoría mujeres, los presentes en el pequeño campamento son silenciosos. El saludo común con ellos se convierte en un intercambio de sonrisas leves.

-Pasa, ahí está-, indica una joven mapuche., cuando preguntamos por Natividad.

Decisión de ser vocera


-Tengo frío, vamos a conversar al sol-, nos dice la joven, que hace más de 60 días está a cargo de las comunicaciones de los cinco prisioneros mapuche en el recinto penitenciario regional. Natividad, orgullosa de llevar la sangre de sus antepasados, se convirtió en su vocera de los a partir de la petición de ellos mismos.

"No podía decir que no, porque es una cuestión de conciencia, ya que ellos para elegir un representante, analizan quién lo puede hacer mejor", cuenta con serenidad. Y de inmediato reconoce que jamás pensó que la huelga sería tan larga. Natividad, que estudiaba y trabajaba en Santiago, dedica ahora su tiempo completo a la vocería de los presos mapuche.

Es un compromiso que, reitera, no podía desechar y piensa que nadie en su lugar lo podría haber hecho. Es cumplir con la palabra independiente de las otras cosas, que se pueden retomar después. "Esto es por defender los ideales de ellos, que yo también comparto, porque son demandas justas", dice con convicción.

Pertenecer a las raíces

"Puedo ser abogada, puedo ser doctora, puedo ser profesora, la profesión que sea, pero antes de, está el ser mapuche", afirma Natividad. Personalmente, afirma no haber sido víctima de discriminación. No obstante, en su vida ha visto mucha gente que discrimina. "Tuve la ventaja, a lo mejor, de no tener rasgos tan definidos como otras personas. Quizás eso me ha favorecido de alguna manera", comenta buscando una explicación.

Siente, eso sí, que claramente hay una discriminación, no tanto personal, pero sí al mapuche como cultura. "Los puedes ver todos simpáticos, pero cuando oyen "mapuche", retroceden y se les nota en las caras". Ante todo eso, asegura que están concientes, y que eso no subyuga el orgullo que sienten por lo que son.

El winka

En su diario vivir, percibe a la sociedad sin cambios significativos. Es enfática al admitir que la discriminación, por ejemplo, sigue siendo la misma. Deja en evidencia que desde los mapuche, hoy la vida se vive distinta. "Antes no nos defendíamos. Nos pisoteaban y nosotros no hacíamos nada. Hoy somos nosotros los que nos levantamos y decimos ¡no!".

No hay  discriminación de parte del mapuche hacia los chilenos, no es parte de su forma de ser,  explica Natividad, pues cada uno debería respetar al otro, tal cual es. "Tú tienes tu forma de ser, yo la mía, podemos ser amigos respetándonos". Eso es lo que no existe en la mayoría de los chilenos, ya que no han sido capaces de respetar al mapuche en sí, agrega.

Cerco comunicacional

Si hay algo o alguien que Natividad considera propiciadora del aislamiento social en el que están los prisioneros mapuche, es la prensa. Según su opinión, lo único que han hecho durante todo este tiempo es enfocarse en criminalizar al mapuche, y en general, a todas las protestas sociales. "No les importa la demanda de fondo, lo que les importa es el desorden que quedó en tal y tal lugar. Y eso es lo que sacan", critica.

"Por ejemplo, si en la marcha pasada hubiera habido enfrentamientos con carabineros, no les hubiera importado que los hermanos llevaran más de dos meses en huelga hambre, ni cuál es el objetivo de esta huelga. Lo único que hubiese aparecido en la prensa son "mapuches se enfrentan a carabineros", o "mapuches le tiraron piedras", o lo que tú te imagines. De esa manera nos han enfocado los grandes medios de comunicación".

Y por eso es que durante todo este tiempo se ha llamado a movilización pacífica. "Tampoco queremos más presos, pero va a llegar un momento en que no podremos controlarlos. En estos dos meses ellos están muy mal, el deterioro es bastante. No tan solo físico, sino que también mental".

Legislación justa, algo de todos

Natividad Llanquileo considera  que lo que se solicita es algo que corresponde. Como medida de presión, sostiene que les ayuda bastante al apoyo de la ciudadanía. "Se les agradece un montón porque para nosotros es muy importante cada persona que se pueda convencer de esto".  Detrás de todo eso, reflexiona, hay un asunto cultural e histórico, por tanto la sociedad debería respaldarlos. "La mayoría de los países tiene pueblos originarios reconocidos, y se le respeta a cada uno su forma de ser. Chile no tendría por qué ser la excepción", declara férreamente.

Sus reflexiones apuntan también a que no se busca una modificación o una ley especial sólo para los mapuche. "La ley que se pretende mejorar es para todos los chilenos, por lo tanto todos deberían tener una intervención en esto".

Si bien aquello es importante, sostiene además, que están pidiendo eso específicamente, sino que no se les aplique la Lay Antiterrorista, pues la consideran injusta. "Está la Ley Indígena, está el convenio 169 de la OIT, antecedentes que al Estado de Chile le dan lo mismo. Firman tratados y convenios, pero su legislación nacional no concuerda con eso".

El error en la legislación, según la joven, viene desde hace tiempo. "Ningún gobierno ha sido capaz de solucionar el asunto de fondo que son los pueblos originarios, ninguno ha tenido la capacidad".

Natividad cree que esto ya no es un problema solamente mapuche, porque muchas personas se están dando cuenta de que lo que se solicita es algo justo. "Hay personas que saben, que han estudiado en países más desarrollados, de los cuales hemos obtenido mucho apoyo. Ellos se han dedicado a profundizar en el tema y averiguar, no a criminalizar."

En ese sentido, la vocera afirma que en la educación, el respeto por los pueblos originarios debería ser crucial para formar una sociedad distinta. "¿no dicen que están en vías de desarrollo? Deberíamos darles una buena educación a los niños, y decirles que ésta es su historia. Comencemos enseñándoles bien".

"Matías Catrileo decía que nosotros no somos los indígenas de Chile, sino que somos los mapuche, un pueblo distinto a todos. Nunca hemos pedido que nos traten igual que los chilenos, no somos iguales", manifiesta con enérgico espíritu esta joven heredera de Guacolda.

Por Pamela Hidalgo Parra

Concepción, 18 de septiembre de 2010.-