miércoles, febrero 24, 2010

Mensaje a la Iglesia Diocesana en la fiesta de Ntra. Señora de la Candelaria 2010

Mensaje a  la Iglesia Diocesana

 

Queridos sacerdotes, diáconos permanentes, religiosos y religiosas, Bailes Religiosos y fieles en general

 

1.- Hasta hace pocas semanas no me esperaba estar ausente en la novena y fiesta de este año en la Presentación del Señor, en nuestra hermosa fiesta de Nuestra  Señora de la Candelaria. Cosas de Dios, imprevistas para un simple mortal.

Pero este año, casi de repente, se me escapó de las manos, no del corazón, estar allí, orando, cantando y tomando parte en las celebraciones de la Candelaria junto a Uds., que son santo pueblo de Dios.

            El Señor sabe porqué pasó esto, dentro de tantas posibilidades humanas. Un agotamiento general y cuatro infartos cerebrales de fines de diciembre, me provocaron una crisis de salud que me echó por tierra mis sueños humanos y mis planes pastorales.  Bendito sea Dios, en cuyas manos está el decurso de nuestra vida humana, tan hermosa y tan frágil a la vez.

            Aprovechando esta ocasión de dirigirles unas letras quiero agradecer a todos Uds., que en sus saludos, cartitas, llamados telefónicos y correos electrónicos me han expresado su oración y su cercanía afectuosa. Lo que he vivido este último tiempo me han hecho ver, una vez más, mi situación de soledad y mi frágil condición humana, que, en frase de los médicos, pudiera haber sido terminal. Muchas gracias a todos Uds., pastores y fieles, por su acompañamiento, su oración y su recuerdo desde el corazón de la Iglesia.

 

            2.- Aprovechando el clima de fiesta de esta celebración en que María, mujer iluminada por su Hijo como Luz de los pueblos, nos invita a renovar nuestra fe y la alegría de ser discípulos misioneros del Evangelio, quiero compartir con Uds. un breve mensaje, como Obispo y hermano de todos. La Palabra  de Dios es muy rica en este sentido.

 

            2.1.-  Ante todo es conveniente recordar lo que nos dice el profeta Malaquías, a saber, Dios, al darnos su propio Hijo. Jesús, como enviado de Dios, nos viene a decir que El quiere la salvación de todos los pueblos y gentes de la tierra. El hijo de María viene a unirnos, más allá de todas diferencias que nos separan y que a veces nos hacen enemigos o complicados en el diálogo fraterno.

           

            2.2.-  En la Carta a los Hebreos que hemos leído se nos dice que Dios se ha hecho uno de nosotros, semejante a nosotros, para llegar a ser misericordioso y pagar por nuestros pecados, experimentando la prueba y el sufrimiento por nosotros. María, aceptando ser la madre del Señor, se ha comprometido a todas las consecuencias de dolor y de contradicción para que cada uno de nosotros sea realmente un buen discípulo de su Hijo.

 

            2.3.- En la lectura del Evangelio de esta fiesta vemos con toda claridad que el niño Jesús es presentado a Dios por sus padres para que sea Salvador que, a través de los años, se va preparando para salvar a todos los hombres y  mujeres de la historia.

María se una mujer fuerte y dispuesta a realizar el proyecto que Dios tiene sobre ella, colaborando con valor y generosidad en la obra salvadora de su Hijo con nosotros.

 

            3.- Esta fiesta de la Presentación del Señor aparece para nosotros como el momento en que María nos entrega a su propio Hijo nuestro Salvador como luz que alumbra nuestra vida, nuestros hogares, nuestros pueblos. Ella nos enseña a ser Candela o Cirio prendido para que, con las palabras y acciones mostremos a su propio Hijo como nuestro Maestro y Salvador. Esta es nuestra gran tarea: ser seguidores o discípulos suyos para que evangelicemos el mundo o la sociedad como misioneros del Evangelio.

 

            4.- Esta es la tarea de la Misión Continental a la que nos llama nuestra Iglesia. Todos los hombres y mujeres bautizados, sacerdotes, diáconos y religiosos o religiosas, las familias, los Bailes Religiosos: a través de la Misión Continental, debemos presentar o mostrar a Jesucristo con el testimonio de las palabras y obras, como el Camino a seguir cada día, como la Verdad que anunciar  y como Vida que llevar a todas partes.

             

            5.- Pero en este Año del Bicentenario de la Independencia de nuestra Patria nuestra Iglesia tiene un llamado especial para todos nosotros: hacer de Chile "una mesa para todos", lo que significa:

 

  • Que al celebrar los 200 años de Independencia de la Patria damos gracias al Dios uno y trino por lo que hemos recibido como regalo en sus valores espirituales, culturales y materiales y pedimos perdón por nuestros errores y negligencias.
  • Que queremos renovar el propósito de hacer de Chile una gran familia de hermanos y hermanas, con la ilusión de vivir una cultura marcada por el Evangelio, bajo la mirada materna de María,
  •  Con el propósito de poner en el corazón y las manos de Chile y del mundo un proyecto de vida según el Evangelio de Cristo, con un sentido fraterno, justo, solidario, y de una verdadera cultura familiar.
  • Finalmente, que todos promovamos una auténtica "ecología humana" protegiendo la vida humana, cuidando la dignidad de cada persona, en especial de los pobres y excluidos de la sociedad y asegurando la salvaguarda de la creación.

 

A todos Uds., a las nuevas autoridades del país y de nuestra Región, a las familias, al mundo del trabajo, a los niños y jóvenes, a nuestros enfermos y ancianos, María de Candelaria les bendiga con la gracia salvadora de su Hijo nuestro Salvador,

 

 

+Gaspar Quintana J., CMF.

Obispo de Copiapó

6 de febrero de 2010.

 

 


 


 



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